No es fácil

Nos aferramos a la vida,
a lo temporal, a lo imposible,
a lo legal y a lo prohibido...
sabiendo que todo se acaba
porque nada es para siempre.

No digo que sea fácil
desprenderse de aquello que se ama,
porque los sentimientos
echan profundas raíces en el alma.

Arrancar las raíces
es dejar un hueco que duele,
pero no hay hueco
que la esperanza no llene.

No es fácil decir adiós,
pero cuando la hora llega
debemos irnos...
¿Cuándo aprenderemos a soltar?
A entender que ni la propia vida
nos pertenece...

Prisionero del pasado

En sequedales muertos, grises y polvorientos

yace desalentado, fijado en el ayer,

rastreando los caminos del agrio sufrimiento

que le llevan al fuego de su hondo dolor.

El tiempo avanza lento para aquel prisionero,

pensando que su vida no puede rehacer,

escucha los barrotes del vigoroso acero

que gritan constante su pena, dictada ayer.

Como si no viviera, le invade el desaliento;

muere, sin hacer nada, quiere ser infeliz,

sumar otra pena a la que ya se le ha impuesto.

Se esmera como un contratado, en sufrir,

cierra sus ojos, llora, a morir está dispuesto,

no quiere entender, que vale la pena vivir.

No era amor

Cuando te vi... pensé en mí,
que por fin sería feliz;
imaginé que tu amor
llenaría mi vida de esplendor,
que sería la princesa rescatada,
la estrella de los cuentos de hadas.

Cuando te marchaste, fue igual,
pensé más en mí que en ti...
En el vacío que dejabas,
sin pensar que soltar las amarras
era hacerte feliz a ti.

Lloré por la soledad de mi alma
sin discernir que era yo una carga...
Descubrí que el amor que sentía,
era amor a mi misma y no a ti,
no fracasaste tú, me engañé yo,
por no conocer el verdadero amor.

No hay caso perdido

La noche ha sido muy larga

la madrugada se está yendo,

he bogado mar adentro

en mil direcciones distintas,

todas ellas estériles,

vacías las esperanzas y las redes.

Exhausta la razón insiste:

"Es un caso perdido"...

De repente aparece un rayo de luz,

con una dulce voz que me indica:

"Echa tu red a la derecha,

es mi amado y buen Jesús,

que ve lo que yo no puedo ver,

para Él nunca hay caso perdido

ni tiene fin el camino.

Tal como soy

Sin arrogancia, vengo a tu divina presencia.

Entro confiadamente, a tu santo lugar,

sabiendo que tu gracia y tu infinita paciencia

es tan insondable, como el anchuroso mar.

Sin las finas palabras del ilustre erudito,

porque a Ti, del lenguaje el absoluto Creador,

no voy a sorprenderte con verborrea sin sentido,

que sólo busca la vanagloria y su honor.

Sin las vanas ostentaciones del adjetivo,

vengo, sin hacer ruido, tal y como yo soy.

estoy aquí porque de veras te necesito.

No traigo conmigo, de los verbos su esplendor,

tampoco de la metáfora su filigrana,

sólo quiero darte gracias por tu gran amor.